Honorio Cadarso
Incendios en Rusia, inundaciones en China y Pakistán, invierno severísimo en Sudamérica, olas de calor con incendios forestales en Norteamérica y la Europa mediterránea… Todas las señales sugieren que el planeta sigue dirigiéndose en línea recta al desastre climático.
En su informe del estado del clima referido al primer semestre de este año, la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos señala que hemos vivido el semestre más cálido desde que existe el registro de temperaturas, 1880. Mayo de 2010 fue el más cálido de la historia.
Las causas están a la vista: ante todo las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de combustibles fósiles para generar energía, y la deforestación generada por la actividad agrícola creciente y los incendios forestales. Y los protagonistas están también a la vista: China ha arrebatado a Estados Unidos el primer puesto en la emisión de gases de efecto invernadero, pero aún así Estados Unidos mantiene el primer puesto en cuanto a emisión de gases por habitante. En todo caso, el problema es general: no tenemos otra fórmula para el desarrollo económico que la de aumentar el consumo de carburantes y la emisión de gases de efecto invernadero. Y la Cumbre de Copenhague dejó en evidencia la nula voluntad de corregir esta situación.
El terrorismo climático mata y hunde en la miseria no solo al segmento más desamparado de la humanidad; aunque es cierto que los pobres son los más afectados, pero la verdad es que al cambio climático perjudica por igual a todas las clases sociales, lleva a la ruina las economías de los estados.
No es eso lo peor; a nivel mundial se ha montado una brutal y destructiva campaña publicitaria contra la ciencia que denuncia los riesgos del cambio climático, que impulsan y financian poderosos intereses creados e ideologías, que se han propuesto generar una atmósfera de ignorancia y confusión en torno a este tema. Jeffrey D. Sachs, profesor de la universidad de Columbia, señala como uno de los órganos más empeñados en esta guerra de la confusión a The Wall 2
Street Journal, el más importante periódico de negocios de Estados Unidos. En esta campaña están implicadas también las grandes compañías petroleras. Unos y otras inciden sistemáticamente en exagerar las incertidumbres y dejar la impresión de que los climatólogos son una pieza de una especie de conspiración para asustar a la opinión pública. Acusaciones absurdas, pero que pueden suscitar un apoyo del público si se presentan en un formato hábil y bien financiado.
De poco puede servir el acudir en socorro de Pakistán o de otros países afectados por estas catástrofes, si no se pone remedio a las causas que las provocan. Tanto más que las ayudas, según parecen, están llegando tarde, mal, y con cuentagotas. Y encima los causantes y responsables de estos males están quedando como bienhechores de la humanidad. ¿Cómo puede justificar USA, China, y el primer mundo, los desastres ecológicos que están provocando con sus economías y sus industrias?
El mismo profesor Jeffrey D. Sachs incide en un hecho que agrava la situación: la falta de voluntad o incapacidad de los políticos para formular una política sensata acerca del cambio climático. El profesor de Columbia dirige este reproche a los políticos norteamericanos, pero bien podría extenderse a todos los políticos del mundo.
Por parte de Obama se esperó en algunos momentos algún gesto de preocupación por el cambio climático. A medida que avanza su mandato, el profesor norteamericano tiene la impresión de que el Presidente americano se pliega a los deseos intereses de los grupos de presión: "su Administración" dice "está cada vez más enredada en la paralizante trampa de los grupos de intereses creados."
Una cosa está clara: nos estamos acercando peligrosamente al desastre, la naturaleza nos está diciendo que nuestro actual modelo económico es peligroso y suicida.
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