sábado, 18 de diciembre de 2010

Exposición de Antonio Barcos en el Debate sobre laicismo

LAICISMO COMO ESPACIO COMÚN PARA TODAS LAS COSMOVISIONES
15/12/2010.- 

No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre ellas. No habrá dialogo entre las religiones sin criterios éticos globales. Nuestro planeta no podrá sobrevivir sin una ética global, sin una ética mundial, asumida conjuntamente por creyentes y no creyentes.

Debemos instruirnos, porque tendremos necesidad de toda nuestra inteligencia. Movilicémonos, porque tendremos necesidad de todo nuestro entusiasmo. Organicémonos, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza, sabiendo que nuestra disidencia encontrará mucha oposición.
PRESENTACIÓN:

Agradecimientos: 
-         A Córdoba Laica y al Colectivo Prometeo, por ofrecerme  esta oportunidad de, venciendo el temor a enfrentarme públicamente a mi verdad, poder someterla a la consideración de este auditorio al que han acudido personas que abarcan un amplio espectro o recorrido, desde los muy creyentes, a los críticos, los agnósticos y ateos.
-         Saludo con satisfacción acompañar en el debate a dos destacadas personalidades: Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica, defensor de un Islam avanzado, respetuoso con los homosexuales y con el papel social de la mujer.
-         Faustino Rider, representante de la comunidad Bahaí, cuyo afán está puesto en amar a la humanidad y tratar de servirla; trabajar por la paz y la humanidad universal.
Redes Cristianas y la Asociación Enclave Humanista,  a las que represento, desde su doble pertenencia a la comunidad cristiano-católica y a la sociedad civil, apuesta decididamente por la independencia, respeto y colaboración entre estos dos ámbitos y aboga por un Estado laico que supere el actual confesionalismo encubierto y por una Iglesia inspirada sólo por el Evangelio y no sometida a ningún tutelaje del Estado.
En Redes Cristianas y en la Asociación Enclave Humanista, estamos  convencidos de que nuestro tiempo necesita gente que no separe ni divida, sino que una y reconcilie, que tienda puentes y, que a pesar de todas las dificultades, divergencias y contradicciones, sepamos reconocer lo común, en relación con los valores y las actitudes éticas, llevándolos también a la práctica en la vida diaria.
Por desgracia vivimos a la sombra de la guerra, la violencia y el terrorismo, que son signo de impotencia y rabia. Para que la herida cese de sangrar, los miembros de las distintas religiones/ creencias, debemos hacer todos los esfuerzos que las circunstancias nos exijan; ya que la guerra y el terrorismo no pueden contener ningún mensaje humano.
Mi presencia en este debate  supone hacer realidad un sueño: el convencimiento de  que la verdad de cada uno se hace perceptible en la escucha y la aproximación mutua. Esta es la mejor manera de superar los posibles prejuicios.
1ª.- ¿Una persona puede ser religiosa y laica? ¿Hasta qué punto el laicismo es el espacio común que permite la convivencia de toda la ciudadanía, de cualquier cosmovisión?
Por supuesto, las personas pueden ser religiosas y laicas. Siempre que estén dispuestas a sanear las estructuras y los ambientes del mundo, de modo que se conforme con la justicia; siempre que se conjuguen los derechos y obligaciones que les corresponden por ser creyentes/religiosos y los que le corresponden como miembros de la sociedad humana. Y sepa y admita que no existe desigualdad alguna en razón de nacimiento, condición social o sexo, porque “no hay judío  ni griego; no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer…”
El caso es que, con los tiempos que corren, puedo comprobar que pararse a dialogar sobre laicismo y religión no es un lujo cultural, sino algo necesario para nuestra democracia.
La pregunta la haría de la siguiente manera, ¿una persona puede ser cristiana / creyente y laica? Porque desde la religión /católica y su poder, no es posible comprender, ni vivir el cristianismo, ya que el mensaje del hombre Jesús fue perseguido por la religión, condenado por la religión, asesinado por la religión y rechazado por el Templo, por la Ley y por los Sacerdotes. Estoy completamente seguro, la mayor dificultad que tenemos los cristianos para entender el cristianismo, es precisamente la religión/ católica. La religiosidad de Jesús no se limita, ni se identifica con lo “sagrado”; por el contrario donde se realiza es en lo “laico”, en lo que es común a todos los seres humanos, en la religiosidad que no excluye a nadie, ni se enfrenta con nadie, sino que se vive poniendo la mayor insistencia en las relaciones humanas que podemos y debemos tener con los demás.
Así la intolerancia y el fanatismo tiene su explicación en la religión, a través de ella se sacralizan las ideas, las convicciones, los intereses; de ahí la  necesidad de trabajar por una sociedad y una convivencia laicas. Solamente en lo laico, y desde lo laico, es posible vivir el cristianismo.
(Esta toma de decisión conduce a situaciones conflictivas, seguir a la religión sitúa a sus dirigentes y seguidores en posiciones de privilegio, de poder, de dignidad y de seguridad.
La única categoría que proclama el laicismo, es la categoría humana, no las categorías culturales, las religiosas, las sociales, las políticas y todas las que nos hemos sacado de la manga, para imponernos, para enfrentarnos los unos con los otros.
¿Cómo se puede hablar seriamente de amor donde no se respetan los derechos fundamentales de las personas a las que decimos que amamos? Todo lo que no sea eso, es pura palabrería y pura mentira).
Todo este tinglado empezó, como es sabido, el 28 de febrero de 380, en que los emperadores Graciano, Valentiniano II y Teodosio I formularon su proyecto: “Deseamos que todos los pueblos a los que gobierna la moderación de nuestra clemencia se mantengan en la religión que ha transmitido a los romanos el santo apóstol Pedro”. (Ante esta situación, y en medio de motines y saqueos, se propagaron pronto las ideas del obispo de Ávila Prisciliano, siglo IV, que propugnaba el ascetismo, se oponía a la descarada unión de la Iglesia con el trono, denunciaba su pronto enriquecimiento, criticaba el lujo y la buena mesa. Fue declarado hereje, fue perseguido y quemado vivo y sus seguidores excomulgados).
Además, partimos de un grave error: siempre nos dijeron que el cristianismo era la única religión verdadera; por tanto, las demás eran falsas. Especialmente en lo referente a la eclesiología y al diálogo de la Iglesia con el mundo. Es proverbial a este respecto  afirmación del teólogo belga y asesor del episcopado holandés, fallecido, ahora hace un año, E. Schillebeeckx: "Fuera del mundo no hay salvación", que contrasta con el aforismo excluyente "Fuera de la Iglesia no hay salvación".
El laicismo – laicidad, condición necesaria en nuestras sociedades democráticas y pluralistas para una convivencia en la que se vean respetados los derechos de todos.
El laicismo no tiene por qué ser ni agnóstico ni ateo, como tampoco antirreligioso. Es necesario avanzar hacia un Estado efectivamente laico, con separación entre la Iglesia y el Estado, para asegurar que a todos se trata conforme a lo que exigen la justicia y la igualdad, sin merma de las libertades de cada uno y sin privilegios para nadie.
El laicismo- “la laicidad” se sitúa en el polo opuesto al que ocupan los proyectos fundamentalistas dispuesto a imponer su idolátrica verdad abusando de su poder. En el laicismo, incluso militante, todos nos podemos entender bien, creyentes de una u otra religión, ateos, agnósticos, nos conduce a la tolerancia y la libertad.
(No estaría demás que a lo largo del debate pudiéramos aclarar conceptos y términos, ya que a la mayoría aparecen complejos, ambiguos y polisémicas: estado laico, laicidad, laicismo. ¿Es el estado laico sólo aconfesional o también laicista? ¿Qué diferencia existe entre laicidad y laicismo? Al laicismo se le acusa de estar inspirado en los regímenes totalitarios del siglo XX, el nazismo; ateo, agresor de las creencias religiosas, agnóstico, antirreligioso, inspirado en el ateísmo)

2ª.- ¿Cómo ven la situación del Estado Español con respecto a la libertad de conciencia?
Mal, muy mal. El Estado tiene terror a la reacción airada y siempre oportunista de la Conferencia Episcopal. Inmediatamente sale a relucir la abominación que sienten por el relativismo democrático que caracteriza a la cultura contemporánea: “No falta quien considera ese relativismo como una condición de la democracia, ya que sólo así se puede garantizar la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas, y la adhesión a las decisiones de la mayoría, mientras que las normas morales consideradas objetivas y vinculantes llevarían al autoritarismo  y a la intolerancia”. Parece ser que en la visita y encuentro del papa con Zapatero quedó aparcada la libertad religiosa ad infinitum, y mucho más la libertad de conciencia. Volvemos al sometimiento.
En 1864, Pío IX había publicado el famoso Syllabus (o resumen) de los 80 errores principales de la modernidad. Entre los errores severamente condenados están algunos fundamentos básicos de la democracia: la libertad de opinión, de expresión y de prensa, la libertad de conciencia y de culto, la separación de la Iglesia y del Estado…
Mencionar las últimas declaraciones del arzobispo Sistac sobre la sociedad laicista y su condena tajante y sin posibilidad de entendimiento. Pienso que el Estado Español no ha asumido plenamente las ideas básicas de la modernidad como son: el hombre se hace cargo de su destino; el hombre controla la naturaleza; el hombre es capaz de escrutar la realidad y de transformar el mundo. Todo esto lo puede hacer porque cuenta con la razón. La razón le permite planificar el futuro y hacer avanzar el presente. El hombre puede asegurar el progreso.
Al estado español le bastaría convencerse de que la libertad de conciencia, exigida y querida por el ciudadano, tiene su enemigo más fuerte y peligroso en el clericalismo, en el poder de las Iglesias, en la imposición de los dogmas y en el oscurantismo. Un estado laicista, es el que propugna y defiende la libertad de conciencia, el respeto a la igualdad del otro, al derecho jurídico y político de las personas cuya creencia es diversa e incluso adversa, como es el caso de los ateos, que no practican ninguna religión.



3ª ¿Están de acuerdo en el modelo de relaciones del Estado con las distintas religiones?
No, puesto que el Estado español, llamado laico debiera ser neutral y respetar no sólo a los creyentes de una religión, sino también a los no creyentes, agnósticos y ateos que poseen diferentes maneras de ver e interpretar el mundo.
Por tanto, es obligado esclarecer qué clase de cooperación ha de existir entre el Estado y las confesiones religiosas. Esta cooperación en muchos Estados puede reducirse al mínimo, en otros, en cambio, llevarse a extremos difícilmente aceptables, caso de España. Tales privilegios, sobrepasan la cooperación del Estado con las confesiones religiosas, que requiere la laicidad, pues suponen una verdadera subordinación de éste a la Iglesia católica.
Se lograría si a las religiones se les exigiera el esfuerzo de adaptación, de conciliación entre sus dogmas y las leyes de la sociedad y, preservar el ámbito de la escuela impidiendo que se convierta en un lugar apto para desarrollar el proselitismo religioso.

4ª.- ¿Creen que están garantizados por igual los derechos de todas las creencias?
La estrecha alianza que ha existido entre el trono y el altar ha dado lugar a que la Iglesia haya ejercido el poder temporal, propio de los laicos (Concilio Vaticano II), durante siglos. Ese poder lo ha ejercido por encima, y a veces en contra, de las instituciones civiles, imponiendo una legislación con arreglo a sus conceptos morales; además de imponer una clara y odiosa discriminación contra los creyentes de otras religiones, y sobre todo, contra los no creyentes. El resultado de todo ello ha sido un pueblo convertido en vulgo, masa, incapaz de escuchar, de pensar por sí mismo.
Bastaría observar el distinto rasero con que son tratadas las distintas confesiones religiosas en los medios de comunicación. Y el intolerable abuso del derecho de la libertad de expresión en algunos medios propios de la Iglesia y su línea editorial. El Estado no garantiza con igual firmeza el respeto a los derechos de los ciudadanos.
Tanto el Gobierno como detentor y representante de la soberanía popular, como a las jerarquías de las confesiones religiosas, especialmente a la Iglesia Católica han de asumir responsablemente el espíritu de la Constitución, en el Art. 16, párrafo 3, afirma que “ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal”, que aboga por el establecimiento de espacio laico y de diálogo.
 5ª.- ¿Creen necesaria la separación total del Estado y las Iglesias? Si la respuesta es positiva, ¿qué medidas habría que tomar para que sea efectiva?
Sí, es necesaria y urgente esa separación total, si se quiere avanzar hacia un Estado efectivamente laico, para asegurar que a todos se trata conforme a lo que exigen la justicia y la igualdad, sin merma de las libertades de cada uno y sin privilegios para nadie.
Se hace necesario, ante nuestra sociedad laica en minoría, el esclarecimiento en los conceptos y su comprensión; señalar la colaboración imprescindible entre algunas formas de cristianismo y algunas variantes del laicismo: escuela, familia, aborto, libertad de la enseñanza, educación para la ciudadanía, el aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual.
-          Denunciar, que no renovar los Acuerdos de 1979 de Estado español con la Santa Sede y exigir que Iglesia y demás confesiones religiosas se acojan al derecho civil que regula la vida asociativa en el Estado.
-          Apostar por el  desarrollo progresivo de la laicidad como un hecho positivo: (la  maduración de la humanidad hacia una cultura del pluralismo, del respeto a la diferencia;) avanzar hacia la creación de aquellos espacios de libertad que hacen posible el diálogo entre todas las ideologías filosóficas o religiosas, creyentes o no.
-          Abogar por un “pacto por la laicidad” entre confesiones religiosas y el Estado, que de lugar a un “estatuto de laicidad” que regule la presencia y las actuaciones de los poderes políticos en las ceremonias religiosas y de las jerarquías religiosas en los actos políticos, suprimiendo los símbolos religiosos de todo tipo en el espacio público civil.
-           Establecer marcos de colaboración con aquellas instituciones que funcionen democráticamente. Denunciar el clericalismo y la discriminación por razones de género y orientación sexual.
-          Defender una “laicidad escolar” que posibilite la formación integral de la persona, el aprendizaje, la socialización y la enculturación sin proselitismos ni adoctrinamientos, y que responda a principios de igualdad, libertad y formación crítica para todas las personas. Denunciar la actual presencia de a religión confesional católica en el sistema educativo y en la escuela pública y concertada.
-          Denunciar de forma permanente el actual sistema de financiación de la Iglesia católica por el Estado español.
-          Denunciar las presiones de la jerarquía católica para imponer su moral sobre la ética pública.
-          Apremiar al gobierno del Estado y a las jerarquías de las confesiones religiosas, que asuman el espíritu de la Constitución, la cual, en el Art.16 párrafo 3, al afirmar que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
6ª.- ¿Creen conveniente y necesaria una red fuerte de apoyo y desarrollo del pensamiento laico, en la que participen personas de todas las creencias?
Requiere la alianza del movimiento laicista con los sectores abiertos, humanistas, de las confesiones religiosas, capaces de defender el laicismo, la “laicidad” del Estado y de la escuela como algo compatible con la religión que profesan. Por suerte, cada día va en aumento el número de laicos, seglares, mujeres, y hombres inquietos, que se interpelan y buscan, que estudian, que piensan, que son independientes, que pueden hablar de infinidad de temas cono conocimiento de causa, que leen, discuten, reformulan su fe y la proponen públicamente como instrumento de reflexión y debate.
Religiosos, laicos o ateos. Heterosexuales y homosexuales. Casados y divorciados. Todos. No hace falta ser católico, ni siquiera ser creyente. “Basta con tener la intención de trabajar por la dignidad de los hombres”. “Nuestra única preocupación es un mundo más humano. Tenemos que estar atentos a los problemas básicos que vivimos hoy: la comida, la vivienda, el trabajo, la salud, la educación, los recursos naturales, la ecología.
De esta forma se robustecerá la responsabilidad, el entusiasmo y la colaboración de unos y otros, saliendo fortalecidos para cumplir con mayor eficacia la misión a favor de un mundo mejor posible.
La Iglesia sigue empeñada en romper todos los puentes de diálogo con la cultura moderna, con otras religiones, con otras confesiones religiosas, y hasta con los sectores católicos medianamente críticos.
Conclusión:
“No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones.
No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones.
No habrá dialogo entre las religiones sin criterios éticos globales.
Nuestro planeta no podrá sobrevivir sin una ética global, sin una ética mundial, asumida conjuntamente por creyentes y no creyentes”

Una penúltima sugerencia:
Instruyámonos, porque tendremos necesidad de toda nuestra inteligencia. Movilicémonos, porque tendremos necesidad de todo nuestro entusiasmo.
Organicémonos, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza.


Lo anotado a continuación no se llevó a debate organizado por Córdoba Laica.- 15/12/2010

CRISTIANOS POR UNA SOCIEDA LAICA.-
¿Qué significa ser laicos?
La Laicidad tiene por objeto “la independencia del individuo, la sociedad o el Estado respecto a cualquier organización o confesión religiosa”. ¡Nada más y nada menos!
Esa independencia descansa en dos principios esenciales: la libertad radical de la conciencia, y la igualdad jurídica, política, y espiritual de los ciudadanos. De ello se deduce necesariamente el respeto y la aceptación de los otros en plano de estricta igualdad, sin distinción de sexo, cultura, religión o ideología… Es decir, las bases de la democracia y de la fraternidad social.
Ser laicos, entonces, equivale a ser ciudadanos adultos, personas libres, defensores del pluralismo y de auténtica democracia. En modo alguno esa independencia significa espíritu antirreligioso o actitud de hostilidad contra la religión o las iglesias. El laicista puede ser ateo, pero también una persona muy creyente.
Para fomentar esos valores y actitudes necesitamos, además de un modelo educativo plural, una nueva ley de libertad de conciencia y de libertad religiosa que garantice igualdad de trato a todas las creencias religiosas y concepciones filosóficas. Pues en una sociedad laica caben distintas religiones y distintas maneras de pensar, todas las cuales deben convivir en igualdad de oportunidades.

La laicidad del Estado
En consecuencia con lo anterior, se entiende como laicidad del Estado la independencia  y separación efectiva entre el Estado y las iglesias, entre los planos secular y religioso.
“Entre el Estado y las Iglesias debe existir mutuo respeto a la autonomía de cada parte”, afirma el Vaticano II.
Esta separación de esferas afecta tanto al orden económico y político como al doctrinal y moral.
En nuestro país dicha autonomía tiene  muchas aristas, pues venimos de tapas históricas de plena identificación entre el orden político y la identidad católica. Pero desde 1978 vivimos en unas coordenadas en las que, según nuestra Constitución, el Estado español es aconfesional, es decir, no se adscribe a ninguna confesión religiosa. Ello no quiere decir que sea contrario a la religión, ni que profese varias confesiones a la vez. Significa simplemente que es laico, independiente de todo credo religioso. Estado a confesional es equivalente a Estado laico.
El camino hacia la Laicidad efectiva,  en la sociedad y el Estado, exige una serie de medidas,. Reivindicadas cada vez más por distintos sectores de la sociedad, que afectan de modo esencial a la Iglesia Católica, dado su estatus preferencial frente a otras confesiones. Entre ellas,
a)      La denuncia y supresión de los Acuerdos de 1976 y 1979 entre el Estado español y la Santa Sede. Tales acuerdos, también conocidos como el nuevo Concordato, son de carácter preconstitucional, suponen la legalización de privilegios injustificables y comportan un tratamiento discriminatorio para el resto de los ciudadanos no católicos.
b)      La autofinanciación de la Iglesia Católica, que nunca debieras hipotecar su libertad evangélica por conseguir ingresos a través de la mediación del Estado.
c)      La retirada de la enseñanza confesional de la religión de los centros educativos públicos o concertados. La Educación pública nunca debe ser una Catequesis.
d)     La eliminación de los símbolos religiosos en los actos públicos, así como la supresión de símbolos y representaciones del poder civil y militar, en cuanto tales, en los actos religiosos. Para hacerlo posible necesitamos un Estatuto de Laicidad en todas las Administraciones Públicas.
Y, por supuesto, la implantación de una Ética laica, diferenciada de cualquier Moral religiosa. La ética laica, como fundamento de convivencia ciudadana, se ha de basar en la dignidad de la persona, los Derechos Humanos y los valores fundamentales recogidos en el Art. 1 de la Constitución. Corresponde al Estado regular esa convivencia social sobre los principios, normas y valores asumibles por todos los ciudadanos. La Moral cristiana, en cambio, se regirá por los valores del Evangelio, y será aplicada por quien libremente  decida aceptar esos valores, sin que en ningún caso pueda ser impuesta al resto de la ciudadanía.
Una de las asignaturas pendientes de la transición a la democracia en nuestro país es la llamada “transición religiosa”, es decir, la normalización de lo religioso en el seno de una sociedad secularizada. Es la llamada cuestión de la Laicidad.
Los cristianos nos sentimos especialmente interpelados por esta cuestión porque deseamos vivir nuestra experiencia religiosa dando testimonio de Jesús en medio de nuestra sociedad, sin privilegios de ninguna clase ni imposiciones morales a nadie.
El Cristianismo, ¡una religión laica!
De hecho, el cristianismo es una religión laica. Jesús de Nazaret fue un laico. No perteneció a ninguna familia sacerdotal, ni fue miembro de ninguna organización religiosa o de una clase clerical que detentaba el poder religioso. Al contrario, se mostró muy crítico con muchos de los fundamentos del judaísmo: con los lugares y tiempos sagrados (el sábado está al servicio del ser humano, no éste al servicio del sábado); con el cultualismo (el culto no son ritos; es interior y no es válido si no va acompañado de la práctica de la justicia); con el Templo de Jerusalén, símbolo del poder, de la recaudación de impuestos…etc.; y, sobre todo, con la Ley , núcleo de la religión judía que Jesús incumple y corrige… En definitiva, Jesús no fundó una Iglesia, sino un movimiento de fe abierto a todos los seres humanos.
Cristianos y ciudadanos
Las comunidades cristianas que formamos en las distintas iglesias de toda la geografía española nos proponemos trabajar por la consecución de una sociedad laica por dos grandes razones:
a) por nuestro compromiso de hacer más visible a toda la sociedad el mensaje liberador del evangelio, afirmando una comunidad de creyentes, no una estructura de poder religioso, y
b) por nuestra convicción de ciudadanos, que apuestan por una sociedad plural y radicalmente democrática.

Lejos de nosotros cualquier sentimiento de animadversión hacia la Iglesia Católica, de la que nos sentimos miembros. Nos guía tan sólo el propósito y el reto de consolidar en España una comunidad (iglesia) cristiana más auténtica con la figura y el evangelio de Jesús de Nazaret. A ello dedicaremos ilusión, esfuerzo y constancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario